Ser feliz, ser pleno.

La felicidad depende de hechos externos. De la concreción de resultados esperados o inesperados, que sirvan como disparardores de una alta emocionalidad positiva. Entonces podríamos decir que la felicidad es una relación espontánea con las circunstancias.
Frente a un estímulo nos sentimos felices.
La plenitud tiene que ver con la relación que tenemos con nosotros mismos. No es espontánea como la felicidad. Requiere trabajo, diferentes miradas, conocimiento e integridad.
La plenitud es independiente de los resultados externos, está más allá de los problemas y felicidades.
La plenitud está ligada a nuestra visión, a nuestros valores. Es una elección de hacernos cargo de nuestra calidad de vida. Siendo plenos accionamos y no reaccionamos frente a las circunstancias. Somos responsables de la vida que vivimos. No somos víctimas de los resultados. Y esto, nos hace un contexto poderoso. Y cuando digo poderoso, hablo de más poder de acción. Siendo plenos, tenemos mayor capacidad de respuesta frente a la adversidad y se potencia la sentimiento de felicidad.